Historia de vida: Omar Arteaga, un caso de éxito en el mundo de la Consejería, inspira a jóvenes para alejarlos de las Adicciones
Jesús Omar Arteaga Martínez nació en la Ciudad de México, pero lleva toda su vida radicando en San Juan del Río, Querétaro. Es el segundo de tres hijos y fue criado por su madre. Su infancia transcurrió en un entorno turbulento, el cual aunado a una clara falta de límites de disciplina lo orillaron a que desde los 8 años comenzara a consumir sustancias prohibidas. Su “droga inicial” fueron los inhalantes, los cuales estuvieron presentes en su vida hasta los 12 años.
A partir de este momento, Omar prueba la marihuana y en palabras suyas “de ahí todo lo demás, alcohol, tabaco y posteriormente arribando a mis 16 años de edad comencé a consumir algunas drogas un poco más agresivas”, refiriéndose a drogas químicas de alto impacto. Afortunadamente para Omar, estas últimas sustancias solo las consumió durante dos años.
Pero la vida de Omar estaba destinada a otro camino y a los 18 años llegó al Centro de tratamiento. Al respecto cuenta: “por mi propio pie decido internarme en un centro de tratamiento y prevención de adicciones”. Retomado algunos aspectos de su infancia, Omar Arteaga nos platica “no me quejo, mi madre nos pudo dar lo que ella tenía, no tuve grandes carencias, ni muchos tipos de situaciones que me hubieran incitado a un mayor grado de consumo, lo cual hubiera sido un detonante más o un justificante para mí, para seguir consumiendo”.
Sin embargo, la vida de Omar estaba destinada a un camino que marcaría su vida y probablemente sería un “parteaguas”, que al igual que el de muchas personas tiene que ver con la profunda tristeza y desolación que causa la ausencia súbita de un ser querido y en su caso fue la pérdida de su abuelo, a la edad de 8 años.
Al respecto nos cuenta: “cuando yo tenía 8 años fallece mi abuelo, quien era la única figura paterna que tenía yo en ese entonces. Mi abuelo falleció a consecuencia de una cirrosis muy avanzada y de problemas intestinales que fueron consecuencia de un problema de consumo de alcohol muy crítico, muy arraigado. Hay infinidad de historias y de anécdotas que les puedo contar de mi abuelo, de sus llegadas a casa en estado de ebriedad, de historias que mi abuela nos cuenta de él y pues lamentablemente todas esas historias terminaron en una trágica noticia, que fue la pérdida de su salud, para posteriormente perder la vida.”
Sobre su adolescencia, Omar refiere: “imagínate que comencé a consumir desde los 8 años y pues durante mi adolescencia comienzo a probar todas las sustancias que antes no me atrevía a probar. Inicio mi adolescencia y pues como sabemos es como una caja de dudas de incertidumbre, de cuestiones de por qué, qué siento, quién soy…todo esto aunado a un consumo que yo ya traía de mi infancia y pues agravado por consumo de otras sustancias diferentes, pues fue el acabose de mi adolescencia. En la escuela no me fue muy bien, cursé tres veces cuarto de primaria, estudié en tres primarias diferentes, a consecuencia de mi consumo y de que esto desencadenaba en mí actitudes agresivas. Ya se imaginarán, reportes, expulsiones, un sinfín de cuestiones que tuve en la escuela y pues obviamente problemas con figuras de autoridad, que no me gustaba asumir, no me gustaba acatar reglamentos, normas, nada, ya que pues parte de ellas en mi hogar no existían…no existían límites, no existía una normatividad, una disciplina y pues llegar a un lugar donde te quieren comenzar a imponer un reglamento probablemente no escrito o escrito, imagínate nada más . Me decían, si no vas a poner atención ni a hacer caso, al menos siéntate bien, pero pues a mi ni eso me interesaba. Estuve en varias primarias, la secundaria no la estudié. Cuando por fin terminé la primaria decidí no continuar con mis estudios. Obviamente seguía yo consumiendo dentro y fuera de la escuela, dentro y fuera de trabajos que conseguía, porque pues si no estudiaba tenía yo que trabajar y pues luego ya se volvió en trabajar para conseguir dinero para drogarme, para consumir. Cuando no había trabajo tenía que acceder a otras prácticas no legales para tener algún tipo de ingreso.”
Omar hace una pausa en la historia que está contando, toma una bocanada de aire viendo al infinito y continua: “entré más adelante a la secundaria, a los 16 años de edad…qué difícil es contar esto, (hace una pausa), a esa edad, más bien a los 15 años, decidí salirme de mi hogar, como muchos adolescentes rebeldes con problemas de adicción, que toman malas decisiones, pues esta fue una de tantas y decidí salirme de mi hogar y me fui a vivir con una persona que gracias a dios me inculcó el estudio, herramientas necesarias para saberme desenvolver, es decir, muchas cosas que a lo mejor yo tenía en mi hogar pero que no las quería ver…llegué con esta persona que me abrió las puertas de su casa, comenzó a cubrir algunas carencias que yo tenía, siempre en esta parte de la figura paterna, esta persona empieza a asumir ese rol en mi persona, yo comienzo a tomarlo como tal y pues al día de hoy el para mi es mi padre. Él no tiene nada que ver con mi Mamá, no tiene nada que ver con mi familia, él es hojalatero y él es mi padre, yo así lo considero y él me considera uno mas de sus hijos…entonces, cuando llegué con esta persona y le pedí alojamiento; para mi era una persona ejemplar, el hecho de que tuviera un taller de hojalatería me llamó la atención, por lo que me enseñó esa profesión y es uno de los oficios que más me ha gustado aprender, ya que curiosamente mi padre biológico también era hojalatero…. más adelante, esta persona que ya veía yo como mi padre, me propone estudiar y pues le dije que tenía 16 años que cómo iba yo a estudiar y me dijo que podía estudiar en el INEA, sin embargo yo no quería estudiar ahí, se me hacía raro; sin embargo, hablé con un amigo que tenía en una tele secundaria y pues me aceptan, de 16 años de edad estaba yo en primero de secundaria y pues obviamente sobresalía ya que era yo el de mayor edad.”
Sobre la disminución en su consumo, en algún momento de su vida de adicto, Omar definitivamente lo adjudica a su “nuevo padre”, ya que comenta que se preocupaba por él y hacia cosas para que estuviera bien y sobre todo cosas que como él dice “nadie había hecho”. Sobre esta etapa nos platicó: “fue una de las cosas que más amortiguó mi consumo, durante los dos años que estuve viviendo con él no consumí, hasta que algún día tenía que llegar el síndrome de abstinencia, aquella necesidad imperiosa de consumir y pues volví a caer…un día sin necesidad aparente decido ir a comprar mi dosis y a ponérmela y pues ahí se vino todo para abajo nuevamente…empecé a tener algunas diferencias con la pareja de mi padre y pues iniciaron disputas, temas complicados y pues le dije a mi papá que mejor ya me iba, yo me regreso a casa de mi Mamá, le dije. Fue así como después de dos años regresé a casa de mi madre. Mi padre a la fecha sigue siendo mi padre; toda esta situación se dio a partir de un malentendido que hubo y pues uno como adicto no se da uno tiempo para dialogar, no se da uno tiempo para buscarle solución a los problemas, actúa uno arrebatadamente y pues esa fue parte de mi adolescencia porque pues una persona que consume, tal vez la mayoría de sus anécdotas se basan en conflictos, a vivir una vida de adolescente rebelde, de bandas, entre pandillas que únicamente se dedican al ocio, a delinquir, a cosas así y pues un joven sin ningún tipo de orientación pues opta por esos caminos, donde se siente identificado…imagínate, 10 años de mi vida, sintiéndome identificado con personas más grandes que yo, involucrándose en delitos a temprana edad, por la simple creencia o el mito de que si eres menor de edad no te hacen nada…”. Desgraciadamente Omar se valió de esta “herramienta” de argumentar su edad para salirse con la suya y esto lo llevó a cometer un sinfín de errores y excesos que lo afectaron.
Después de todo esto, Omar decidió rentar un lugar para vivir, sin embargo el lugar lo consiguió con personas que se dedicaban a delinquir y a drogarse y esto lo llevó a vivir en medio de un entorno proclive al consumo. Sobre el estudio solo completó un año en la tele secundaria y la abandonó para salir a trabajar y comenzó a “sumar trabajos” debido a la necesidad de conseguir dinero para drogarse.
Su “curriculum laboral” incluye la hojalatería, loncherías, un basurero, mandadero, ayudante de cocina, mecánico, entre otros. Una extensa historia de trabajos para asegurar un dinero mínimo para al final de la semana seguir consumiendo.
Es justo en este momento que le llega un conflicto más a su complicada y corta vida y esto tiene que ver con el tratar de entender si él estaba viviendo la misma situación que la gente de la que se rodeó en su entorno y que estaban pasando entre otras cosas por el infierno de las drogas y varios intentos de rehabilitaciones fallidas.
Curiosamente Omar sabía que algo andaba mal en su vida y comenzó a buscar el apoyo de su Mamá, mediante preguntas indirectas que le lanzaba sobre qué era un anexo, sobre si era bueno ir al psicólogo, etc. Pero su madre no llegó en ese momento a entender el origen de esos cuestionamientos y sobre todo al parecer no sabía que Omar consumía. Sin embargo, a la fecha Omar sigue preguntándose si su Mamá en aquel entonces no tenía idea o simplemente no quería lidiar con el tema.
Más adelante, cuando Omar le comenta a su Madre que consumía marihuana, “no pasó nada” y esto quizás como dice él mismo: “por la falta de límites que ya tenía yo, incluso podía fumar Marihuana en la casa, ya que no había ningún castigo.”
Con todos estos antecedentes, ¿cómo se dio cuenta Omar de que tenía que ingresar a una clínica para tratar de cambiar la vida que llevaba?, esta inquietud no salió de su familia, como normalmente sucede, sino de él mismo y al respecto dice “viví en lugares rodeado de gente con problemas de consumo y pues me comencé a cuestionar si yo mismo no tenia ese problema y sobre todo conocí los testimonios de gente que había estado internada en centros de tratamiento y la referencia no era siempre la mejor; sin embargo siempre tuve la inquietud. Siempre buscaba de manera indirecta que mi madre me apoyara con la decisión de internarme en un anexo, le preguntaba si sabía qué era un anexo y otras cosas…seguí preguntando sobre lo que pasaba en esos lugares según me contaban y las respuestas siempre eran negativas y no me ayudaban a tomar una decisión, pero yo quería verlo con mis propios ojos.”
No obstante la vida siempre busca la coyuntura para que las historias de cada quien fluyan y un día que Omar estaba consumiendo con su hermanastro, salió su papá (adoptivo de Omar y biológico de su hermano) y le pidió ayuda a Omar para subir a su hermano a la camioneta (aparentemente no se dió cuenta que Omar también estaba drogado) y llevarlo a un centro de tratamiento. Sobre esa experiencia Omar relata que “llegamos a las 7 am al centro de tratamiento, estaba cerrado y mi padre se quedó en el asiento sin salir a tocar y comenzó a sermonear a mi hermano; yo escuchaba cómo mi padre se refería a este tipo de lugares y era impresionante, porque mi padre es una figura fuerte y de peso en mi vida y que se refiriera a esos lugares de esa manera, me hacía cuestionarme aún más sobre qué tienen esos lugares que todo mundo los ponía siempre como lo peor, como un castigo. Sin embargo mi padre no anexa a mi hermano en ese momento, lloró, se abrazaron y nos retiramos a desayunar y regresamos al taller a trabajar. Posterior a esto, al paso del tiempo es cuando regresé a casa de mi madre, cumplí 18 años en enero y en abril finalmente me interné por cuenta propia.”
Pero, cómo fue que Omar tomó aquella difícil decisión de internarse en un lugar del cual solo le habían hablado cosas malas. Al parecer la vida tenía planes concretos para él y en uno de sus trabajos recibió un aguinaldo y otras prestaciones, con lo cual era el mayor sueldo que había recibido hasta entonces y su primer reacción fue la de darle dinero a su mamá, pero también le vino la idea de ir a celebrar con un amigo que le ofreció hacer algo con ese dinero. Ese fue el inicio de otro capítulo en su vida. Ese día Onar y su amigo compraron drogas y consumieron todo el día, luego fueron a una fiesta y como siempre sucede en esos casos comenzaron a llamar la atención de los presentes de mala manera. En algún momento los organizadores y familiares de la quinceañera les quitan el alcohol de su mesa y Omar salió a comprar más alcohol y lo volvió a meter al evento, con las nefastas consecuencias que todos podríamos imaginar y sumándose más amigos consumidores a la fiesta. Es entonces que se genera una discusión con los familiares de la quinceañera y por primera vez en su vida, a Omar “se le borró la memoria” y la noción de lo qué pasó después.
Al siguiente día Omar amaneció en su casa, en su cuarto, con las manos llenas de thiner, olor a tabaco y a alcohol, pero con mucho asco del cigarro, después de llevar años de fumar. No fue lo único que Omar perdió esa noche ya que no tenía ni un peso de lo que le habían dado en su trabajo y había quedado de regalarle un dinero a su Mamá. Es así que después de planear una mentira sobré cómo había gastado su dinero, para poder justificar que ya no le daría dinero y poder salirse a “curar la cruda”, pasó un momento perturbador para Omar y que seguramente lo alertó sobre que algo no andaba bien, ya que no logró recordar lo que había pasado la noche anterior por más que lo intentaba, no podía recordar absolutamente nada y acto seguido una voz interna que no siempre se hace presente en la vida de mucha gente, le habló desde lo más profundo diciendo “ya estuvo, ya párale, ya no más”.
Al respecto Omar comenta que: “esa voz interna tuvo tanto impacto en mi que acto seguido decidí yo solo irme a anexar, a pesar de todas las cosas negativas que había escuchado de esos lugares. me vi al espejo y no me reconocí, después de dos años de consumo de metanfetaminas, piedra, diasepan, todo este tipo de drogas, más las que ya consumía, manifestaban un daño físico evidente. No era yo en el espejo, tenía la cara amarilla, demacrada, las manos temblorosas, mis venas no se veían a pesar de ser de complexión delgada, estaba yo frente al espejo platicando conmigo mismo y diciendo estás mal, este no eres tú, ya alivianate…en ese momento yo mismo me digo ´ya vete a anexar´ y justo en ese momento volteo hacia un a una repisa y veo un billete, y pensé vamos a drogarnos, ¡fue lo primero que pensé!…pero algo en mi me volvió a responder, no,no,no…con ese dinero te vas a ir a anexar; tomé el dinero, eran $600 y en ese momento vino a mi memoria que ahí los guardé para sobrevivir en la semana…después de aceptar yo mismo que me tenía que anexar surgió la pregunta de a dónde y en ese entonces recordé el viaje que con mi papá habíamos hecho para intentar anexar a mi hermano, recordé que no estaba tan lejos y recordé incluso el camino y dije vámonos, desperté a mi madre que estaba dormida en el sillón porque ahí me estuvo esperando toda la noche. Fue ahí donde puse en práctica la mentira que se me había ocurrido antes para no darle dinero, pero la cambié para pedirle mis papeles personales de acta de nacimiento, seguro social, etc. Y al ubicarlos los puse en una maleta junto con mi pipa para fumar mariguana…acto seguido busqué a alguien que me acompañara al anexo y antes de irme le di dinero a mi Mamá y ella me preguntó que para qué quería mis papeles…le dije que al rato regresaba. Nadie me quería acompañar a anexarme, hasta que un amigo que ya había estado anexado y al que también le tuve que mentir un poco, aceptó acompañarme , sin embargo me dijo que antes de ir lo acompañara a hacer unas compras, y resulta que eran drogas…accedí y en ese viaje de compras previas mi amigo se regresó a drogar. Fue ahí donde me despedí de él y le manifesté mi idea de anexarme y me volvió a tratar de disuadir, sin embargo le externé que quería conocer por qué todo mundo se quejaba de ese lugar.
Partí nuevamente a lograr mi cometido de anexarme y me entró nostalgia por dejar atrás todo, fue una lucha constante todo el día, por un lado para no consumir ese día y por otro lado lograr anexarme. Me dirigí al anexo y pues fui pidiéndole a dios que no me sucediera lo que todo mundo me había advertido de ese lugar.
Más tarde llegué al lugar y algo me seguía diciendo que no me quedara. En la recepción me recibieron y externé mi deseo de internarme. Vi en ese entonces las caras de incredulidad y me dijeron que ¡necesitaba llevar a mis papás para internarme!, fui ahí donde vi súbitamente una salida rápida al dilema de internarme, pero Justo cuando ya me iba me dijeron que me esperara y le llamaron al director, mientras mi mente me seguía diciendo que saliera corriendo de ahí.
En ese momento me quedé viendo una figura de cabeza Olmeca en la recepción y me vino a la mente la idea de llevármela, vi cómo hacerlo y pensé seriamente en llevármela, venderla y ¡comprar más droga!, en eso me vieron que la tenía en las manos, pero la volví a dejar en su lugar. No obstante la lucha con mi mente seguía por mi deseo de irme y consumir o quedarme y curarme, fue una situación muy difícil.
Recordé el dinero que traía y pensé en salir corriendo y drogarme, pero en eso apareció el director, Manuel Leyva y me recibió en una situación poco esperada. Me imagino que vio delante de sí a alguien pidiendo ayuda, con un aspecto que infundía desconfianza, sin embargo me preguntó qué necesitaba y las primeras palabras que salieron de mi boca fueron Necesito ayuda, con un nudo en la garganta.
Recordé todo lo que me habían contado quienes habían estado anexados y recordé la figura de un Padrino que me habían platicado tanto. Yo pensaba que los padrinos eran señores bien pudientes y magnates para que se refirieran a ellos así. En ese momento Manuel me dijo que sí me podía ayudar y le pregunté qué necesitaba para internarme. Manuel se quedó viéndome profundamente y me preguntó: ¿vienes huyendo de la policía?, porque si vienes huyendo de la policía te viniste a meter a la boca del lobo, me dijo, si vienen a buscarte aquí a mi lugar, yo te voy a entregar. En ese momento no tomé a mal lo que Manuel me dijo, pero definitivamente no generaba la confianza que yo quería encontrar para que me recibieran. En eso me volvió a externar la necesidad de que mis padres firmaran mi ingreso, pero le externé que mi Mamá no estaba muy de acuerdo con estos lugares y me preguntó que porqué no, sin embargo le dije que no sabía pero que era yo mayor de edad. Me volvió a externar la necesidad de ir acompañado y me pidió mi credencial, sin embargo a pesar de dársela comenzó a sospechar que yo ya era interno en otro anexo y que quería ir ahí a hacer alguna tontería. En medio de la plática ¡se me salió decirle padrino! Y ya te imaginarás la cara que puso, le desperté toda la desconfianza que ya había construido en él. Me comenzó a cuestionar que cómo sabía yo que él era un padrino y me dijo que no le mintiera, que seguramente ya había yo estado internado en otro lugar. Pensé en ese momento que ya la había yo regado y que ya no me iba a creer. Acto seguido firmamos una responsiva que más bien era una carta compromiso para el tratamiento, la firmé y al dar mis datos le comenté que no tenía más que cuatrocientos y tantos pesos y nuevamente se generó la desconfianza y me volvió a cuestionar que cómo era que sabia que cobraban que si ya había estado antes ahí o en otro lugar le dijera de una vez por todas…el cuento de nunca acabar y mi mente me seguía diciendo que de una vez por todas me fuera de ahí en ese momento para nunca mas volver.
Sin embargo después de todo, me recibió y me pidió un teléfono de referencia, le di el de mi madre. Me internaron y me sentaron con todos. Ahí me di cuenta de que la cosa iba en serio, que habían muchas reglas y que quizás sí cometí un error en internarme . En eso se abrió una reja y traté de voltear y me dicen que no voltee, intente ver y me jalaron y Me dijeron que no volteara, entró alguien, se volvió a ir alguien y me dicen era tu jefa, les dije pues no la conoces. Me la describieron y efectivamente era ella. Reclamé por qué no me dejaron voltear y me dijeron que si lo hubiera hecho me hubieran castigado. Entonces pensé, bueno pues igual y vino por mí, ojalá y arregle algo. Entonces entró mi consejero de nombre elíseo y me dice, qué crees que dijo tu mamá y pues me comenzó a decir un sinfín de cosas negativas, que mi Mamá ya no me quería, que ella me regaló y otras cosas.
Después de eso me acerqué al padrino para saber cuál era mi situación y cuando podía salir. Me decían que me enfocara en mi tratamiento, yo estaba ansioso porque los tres meses de tratamiento terminaran. Sin embargo al no tener deseos de escaparme y haber llegado por mi cuenta propia me comenzaron a preguntar si no tenía deseos de ayudar a los otros chicos, haciendo la figura de hermano mayor como le conocen, querían que comenzara a dirigir a otras personas y no me sentía capaz ni con la autoridad suficiente. No obstante comencé a involucrarme en los servicios, mi padrino manuel creo que vio algo en mi y comenzó a darme más servicios hasta que llegué a la administración de Sendero espiritual.
Posteriormente sucedió algo, me invitó una persona a vigilar una área con él y accedí, sin embargo, para en la noche me di cuenta de que se había escapado. Tomé las llaves, conté a todas las personas en cada piso y me di cuenta de que se fugó. Acudí con los de medio camino que son los que ya pueden salir a trabajar pero siguen ahí. Busqué a uno de ellos y le dije que Luis se había escapado, no me creía y me pidió que le marcara al padrino Manuel, yo no sabía ni cómo marcar, fui y le marqué, no comprendía por que nadie me creía, en eso me contestó el padrino Manuel, era de madrugada le comente que era Omar y lo que había pasado, le dije que las llaves las tenía yo y que todos estaban en su lugar. En eso llegó, evalúo la situación y ahí fue que me propuso que me quedara en la oficina, que no le abriera a nadie y una serie de indicaciones.Yo era un niño a pesar de tener 18 años y trataba con puro señor de más de cuarenta años, no sabía cómo le iba a hacer, pero el Director me preguntó que cómo me sentía para ser administrador o primero de anexo como le decían, le dije que no y pues me pidió que en lo que conseguía lo apoyara yo. A final de cuentas me tuve que quedar ahí, ya conocía todos los servicios, inspiraba confianza, me había ganado la confianza y la amistad de mi padrino.
Además ya me conocían de otros centros y pues me quedé a ser el primero de anexo como le decíamos en ese entonces.
Después de un tiempo llega la oportunidad y nos comenzamos a capacitar por medio del municipio, mi padrino comenzó a Tocar puertas en el municipio para que nos capacitaran y comenzar a capacitarme a mi. Mi padrino comenzó a llevarme a todas las capacitaciones. Siempre me preguntaban qué hacía y decía yo que era el primero de anexo. Cuando me escuchó un día mi padrino decir eso me dijo que ya no dijera eso, que no era yo el primero de Anexo, que yo era el administrador. Se me hacía un nombre grandísimo para la labor que me resultaba muy fácil hacer, porque me gustaba hacerla. No podía creer que realmente fuera yo el administrador, me lo cuestioné mucho pero pues comencé a formar parte de esto siendo el Administrador. Era yo muy joven, llegó mi primer aniversario en el grupo y se presenta la oportunidad de estudiar la carrera de Técnico Superior Universitario en Consejería y Educador en Estrategias de Prevención de Conductas Antisociales en la Universidad del Conde.
Esta oferta nos pareció muy atractiva y en ese momento el director, manuel me pregunta si me voy a quedar o no para que de lo contrario considerara a otra persona para meterla a estudiar.
De hecho le platiqué hace unos días al Lic. Arturo Conde, Presidente del Colegio Nacional de Consejeros y Vicerrector de la Universidad del Conde, con quien coincidimos hace poco, que para mi esto no era un trabajo y que en realidad antes de estudiar el TSU yo estaba muy aferrado con que quería ser hojalatero, quería ser lo mismo que mi papá, estaba convencido de esto y siempre le decía a mi padrino que lo que actualmente hacía no era para mi un trabajo, porque yo ya tenía decidido lo que quería hacer, pero él siempre me decían que sí lo era.
Le decía que esto que hacía de administrar no me costaba trabajo y para mi tenia que costarme como todo lo que yo había hecho de trabajo físico antes de anexarme y el trabajo de oficina no lo era, que lo hacía con gusto pero que yo no iba a cobrar por algo tan sencillo…mi padrino me dijo que algún día lo iba a entender, fue una lucha con mi padrino para convencerme de que lo que hacía era valioso y era muy importante y pues de ahí convencerme de entrar a la carrera de TSU de la Universidad del Conde.
Yo quería ser hojalatero, pero sé que si hubiera vuelto a mi círculo anterior aún siendo hojalatero, la reincidencia no iba a tardar. Esto es porque el trabajo de hojalatero también lo asociaba yo al consumo, ya que se manejan pinturas, solventes y todas esas cosas que en mi pasado usé para drogarme. Era un factor de riesgo impresionante y mi padrino hizo una gran labor para poder convencerme de entrar a estudiar el TSU. Entré a estudiar, terminé mis estudios y posterior a esto, a este tiempo de estudios, de casi tres años de formar parte de la administración de mi comunidad, surge un proyecto, ya con todo el conocimiento del TSU en consejería y todo esto, el proyecto fue el de abrir un Centro de Tratamiento en Prevención de Adicciones, con la misma Logística, los mismos horarios, el mismo nombre pero especializado para menores de edad, donde yo fuera el Director. Para mi sin lugar a dudas esta era una camisa muy grande para llenar, no me sentía tan listo para estar al frente de una comunidad terapéutica.”
No obstante, es así como paradójicamente Omar se hace cargo de un Centro de Rehabilitación, que curiosamente está ahora ubicado en el lugar donde él llegó por primera vez a rehabilitarse, ya que el original centro se cambió a una casa más grande, donde están los pacientes mayores. “Para mí fue algo muy significativo, al día de hoy soy la cabeza de esa casa”, dice Omar con cierto aire de incredulidad, pero también con un tono cargado de añoranza. “Todo eso no se hubiera logrado sin el gran esfuerzo de persuasión de mi padrino Manuel, ya que yo estaba obstinado en el oficio
de Hojalatero. Mi padrino puso de lado quizás la creencia de que no sabía quién era yo y que probablemente fuera irresponsable y confío en mí prácticamente desde que llegué. Todas las herramientas y facilidades como el pagar la carrera, fue por mi padrino Manuel leyva, el me ha permitido una amistad muy sincera y leal, la lealtad es algo que siempre me ha mostrado y de mi parte creo que he mostrado que tengo que imponer ante todo, la gratitud. Yo estoy muy agradecido con mi Padrino y estoy seguro que si hubiera seguido llevando el estilo de vida que llevaba, probablemente ya estaría muerto, porque no tenía yo límites, no tenía autoridad, no tenía nada que perder o al menos eso decía yo. Al día de hoy sigo formando un gran equipo con mi Padrino, sigo formando parte de la administración de su centro y también consejero y él es el coordinador general de los dos grupos; el nombre “sendero espiritual” es de él, el centro que dirijo es “sendero espiritual juvenil”. Mi padrino es el coordinador general y no tengo ningún problema con eso, en ningún aspecto; de hecho mi inquietud al conocer al Vicerrector de la UDC, Lic. Arturo Conde Pérez, era que conociera y platicara con mi padrino. Le comenté que efectivamente teníamos muchos proyectos que podíamos desarrollar con ellos, pero que creía que mi Padrino es la persona adecuada para implementar todo eso y así fue efectivamente. Tengo un recuerdo muy claro de eso ya que está impactando positivamente en mí centro. Próximamente vamos a tener el gusto de contar nuevamente con la presencia del Vicerrector, Arturo Conde y vamos a continuar dándole forma a algunos proyectos que tenemos con ayuda de él y de todos los que forman parte del Colegio Nacional de Consejeros y de la Universidad del Conde. Hemos tenido todo el respaldo y todo el apoyo y un ejemplo es esta entrevista. Me siento muy satisfecho de poder contarles toda esta información que normalmente platico con mis chicos, no con cualquier persona. Sé que cuento con todo el respaldo y todo el apoyo de ustedes.”
Platicar con Omar es muy interesante ya que a su corta edad es del tipo de personas que inspira confianza y sobre todo expresa una gran sabiduría, aunque paradójicamente sean muy joven, ha vivido más intensamente y con un mayor aprendizaje que personas que actualmente se encuentra entrando a la última etapa natural de su vida.
Para finalizar esta entrevista le preguntamos sobre su experiencia de haber cursado la carrera de Técnico Superior Universitario en Consejería y Educador en Estrategias de Prevención de Conductas Antisociales y al respecto nos comentó que: “Es algo muy, muy, muy útil para establecimientos como el nuestro, lo puedo decir porque cuando llegué a tratamiento, había algunas prácticas que a pesar de no ser malas, quizás no eran las correctas, porque no contábamos con las herramientas que al día de hoy hemos adquirido. No teníamos la estructura adecuada y el índice de recuperación era muy bajo. Por eso comenzamos a implementar algunas herramientas y entre estas el cursar la carrera de TSU. Si bien no tenemos la finalidad de ser clínicas de Adicciones y cobrar una cantidad extraorbitante; esa no es la visión de nuestro centro, lo que buscamos es darle forma a la estructura que un día se creo con este programa de Alcohólicos Anónimos con el objetivo principal de mantenernos sobrios y ayudar a otros a mantener el estado de sobriedad. Es una idea muy altruista y queremos seguir haciéndolo con base en ayudar a más personas.
Queremos recibir como recompensa el crear lazos afectivos, que quizás no sea el término adecuado porque no nos podemos involucrar tanto, pero en lo profesional se crea una fraternidad muy padre con los chicos, muy significativo para ellos también, como lo fue para mí cuando llegué. Todo con la finalidad de ver a los chicos realizarse mediante las cosas que antes no existían, no por que el padrino no quisiera, sino por que no existían las herramientas o no estaban a nuestro alcance. El TSU fue una herramienta que vino a esclarecernos un poco más lo que ya sabíamos pero de mejor manera y ahora con un documento que avala nuestro conocimiento. Anteriormente rehabilitábamos personas y cuando te preguntaban cómo, la única herramienta que teníamos era el libro de alcohólicos anónimos y nuestra experiencia, pero pues eso era muy subjetivo, quién dice que tú tienes experiencia, con base en qué. Actualmente nos avala una institución académica de calidad, que es la Universidad del Conde y que dice que yo sé hacer esto. Para mi ha sido una herramienta muy funcional, muy adecuada a las necesidades que estábamos viviendo en ese entonces. Al día de hoy a la mayoría de centros les ha llamado más la atención trabajar en este modelo de consejería en Adicciones y todo el aparato de capacitaciones que implica. La mayoría de Centros quedan encantados con este modelo porque ahora tenemos las herramientas necesarias y de forma clara para poder seguir trabajando con gente, para poder seguir sabiendo qué hacer en ciertos casos, que no todo se cura con terapia o con el programa de los doce pasos, hay otras cosas, otras alternativas. Tenemos que ver al tratamiento desde otra perspectiva y el TSU es esa perspectiva. Tenemos la idea del programa de los doce pasos, que también es efectivo, pero hay que ver los tratamientos desde otra perspectiva más profesional que es el TSU. Hoy en día verlo desde esa perspectiva es darnos cuenta de qué hay un mundo entero por detrás de las adicciones. La comunidad que hoy dirijo es todo eso, está sustentada en una estructura de repetir patrones buenos. El hecho de trabajar el día de hoy con jóvenes es muy significativo por que es lo que ellos necesitan, que los jóvenes trabajemos con jóvenes. Cuando llegamos a un centro, como jóvenes se nos hace increíble pensar que los adultos hayan vivido las mismas experiencias que nosotros vivimos, por la diferencia en las épocas, que aunque la esencia sea la misma, antes estaba un poco más controlado. Ahorita hay un descontrol muy grande, las adicciones están llegando cada vez a edades más tempranas y pues existe más empatía y confianza con una persona más cercana a tu edad y más cuando comienzas a contar todas tus experiencias. Creo que ese es el objetivo primordial de la comunidad que yo manejo, así como también el brindarle a los chicos herramientas para el libre desarrollo de su personalidad, que vivan plenamente su adolescencia, reiterándoles que no es necesario consumir para estar bien, para desarrollarse y que todas estas herramientas las lleven a cabo y eso nos ha dado un índice de recuperación impresionante que no habíamos visto en años. Yo llevo ya algunos años trabajando aquí, con el juvenil llevo ya dos años pero fueron 3 previos de estar ajustando para que hoy el camino esté más suavecito con los chicos. Ahora les ofrecemos hasta la oportunidad de que sigan estudiando. Yo vine a terminar mi secundaria aquí, la preparatoria también la terminé aquí, el TSU lo terminé aquí; todo esto se les inculca a los jóvenes, se les hace ver el tiempo que van a pasar aquí y lo que pueden aprender durante ese tiempo. Se implementan actividades para que el tiempo que pasen aquí se les haga atractivo y no tedioso, que tengan la certeza de que este es un segundo hogar para ellos sin suplir su hogar, ellos siguen teniendo una familia y también hay que trabajar con ella, también hay que reestructurar, hay que enderezar un poco el molde familiar que traen porque la mayoría de las veces de ahí derivan tantos conflictos que trae el usuario y más hablando de una población adolescente porque muchos padres llegan al centro y confunden un consumo con un comportamiento normal de la adolescencia, con síntomas de que está entrando a la pubertad o la adolescencia y lo justifican por eso… no señor, no es así porque trae un consumo significativo de sustancias y que ya le están afectando en su conducta, en su salud y en su comportamiento diario. Es un gran trabajo el que se hace y lo vamos a seguir haciendo con mucho gusto, con mucho amor y con todas las herramientas que nos hubiese gustado adquirir cuando estábamos internos, porque al día de hoy veo a los chicos bien y contentos y veo la respuesta que el tratamiento trae para ellos y me siento orgulloso, porque sé que si a lo mejor yo hubiera tenido todo eso cuando llegué el conflicto se hubiera terminado desde el inicio, me refiero al hecho de querer ser el hojalatero estrella de San Juan del Río Querétaro. Hoy veo que el querer ser hojalatero era una de mis excusas para volver a consumir realmente. “
Es así como concluye una charla extensa, llena de enseñanza y así lo refiere nuestro entrevistado, al comentar que le gusta compartir sus vivencias por el impacto que generan en los jóvenes.
Así termina un breve relato de una gran vida que en pocos años ha sido ejemplo, para niños y jóvenes que desde los 12 años ya se están internando en el centro de Rehabilitación debido a las Adicciones que como dice Omar “no respetan edad ni posición social”. Se trata de la historia de aquel niño que no entendía lo que pasaba en su interior y que lejos de rehuir un lugar que desde pequeño le enseñaron a odiar, buscó la forma de conocerlo, formar parte de él e incluso transformarlo en un en centro de Adicciones modelo que hoy dirige a su corta edad, quien a toda costa se resistía a hacerlo, para seguir escribiendo su historia en la hojalatería, pero que terminó con un propósito mayor de vida.
Este es Jesús Omar Arteaga Martínez, a quien su destino nunca abandonó, para que pudiera cumplir su misión de vida que hoy tiene más clara que nunca y que con bastante humildad pero con una profundidad y mística que ya quisieran muchos profesionistas, cumple a cabalidad día con día a sus 23 años. Gracias a la vida por permitir que personas como Omar puedan desarrollar su visión y misión de ayuda a favor de muchos otros, a pesar de las circunstancias adversas.
